Ostrario : La Hora Muerta (Road to Syd)

domingo, 19 de noviembre de 2006

Crónica de un Encuentro por José Pedro Jarpa



El Guardián De Nadie

Sábado 17 de junio.

Ese mañana todo estaba muy nublado. Incluso mi corazón.
Llevaba dos días sin dormir, y tres noches sin descansar, anoche me había dejado tentar por lo mundano de la vida. Esta es la historia de un joven igual que todos, no de un escritor de biblioteca.
Me puse el atuendo habitual en mí, una chaqueta negra, mi suéter negro, unos pantalones negros estilo Chicago y mis zapatillas adidas que me han acompañado desde hace un par de años.
Me miré al espejo y me pregunté ¿realmente ese que está ahí eres tú?
Nadie respondió, debí asumir que era yo.
Me preparé un café cargado, la ducha no había acabado con toda mi postura letárgica, por un momento pensé en volver a la cama e intentar dormir, no lo hice tenia que cumplir con mi labor.
Puse en mi reproductor de MP3 “Wedding Song” de Bob Dylan y partí hacia el encuentro con el guardián.
Caminaba de manera hipnótica, como las ratas que sigue al flautista, la selva de cemento aullaba mi nombre, y yo lo escuchaba.
Ya en la esquina apropiada comencé a buscar cual seria mi Guardia, lo vi a él y no dudé en que fuera él quién me contara su historia. Intente buscar un buen pretexto para acercarme pero nublado por la cantidad de libros en mi cabeza y la poca historia que llevo a cuestas, me paré frente a el y le pregunté sin titubear:
-¿Has Leído a Borges?
- Disculpe joven no le escuche muy bien ¿me puede repetir?
-Le pregunté si a leído a Borges , el escritor argentino fantástico
-No, no lo conozco ¿Está Muerto?
-Si de hecho mañana se celebran los 20 años de su muerte.
-Ve usted la suerte de algunos, a uno ni siquiera le celebran el cumpleaños.
- Si sé de que habla, yo vivo solo en santiago.
-¿Y eso que tiene que ver?
-
No sé a ratos me siento solo, y me aburro de escribir o leer y salgo a buscar gente que me escuche.
-¿Ha ido a ver a algún doctor o a puta al menos?
- No se trata de esa soledad don…
-Jorge Luis es mi nombre, Jorge Luis Borges.
-Señor le rogaré que me respete y no me moleste.
- Ese es mi nombre ¿hay algún problema en eso?
-No ninguno, yo me llamo Allen Ginsberg, encantado señor Borges.
-Un gusto señor Ginsberg, lo tengo que dejar por que usted sabe el fervor de Santiago es una cosa increíble y como consejo si me permite.
-Claro, dígame…
-No aúlle tan fuerte, a veces es mejor vomitar quizás, no se si me entiende.
-Creo que no, pero lo pensaré, muchas gracias.
Habían pasado dos horas, tres cafés, y cinco cigarrillos, miraba al sujeto cano casi ciego, muy parecido a Borges, debía buscar una buena razón para entablar una conversación con él.
Me levanté decidido del café que me daba directo al guardián y lo encaré.
-Saber señor se me perdió el celular el otro día ¿No tiene uno por ahí? –le dije decidido.
-No hay nada –respondió con un ladrido.
-Ah ok muchas gracias, ¿tiene fuego?–pregunté asustado.
-No, no fumo –volvió a ladrar, viejo de la gran puta que te parió.
-Muchas gracias señor –le respondí a ese viejo miserable.
No hubo respuesta me alejé despacio y al darme vuelta, lo vi feliz de la vida encendiendo un cigarrillo, esta mañana no me había para nada bien, esperaré mi próxima salida para encontrar a alguien amable.

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