Ha pasado considerable tiempo desde que Platón narró la alegoría de la caverna para explicar el estado de la humanidad y el papel de la filosofía dentro de la sociedad. Pero al leerlo hoy en día es muy evidente imaginar a nuestra sociedad actual todavía compartiendo la caverna con los prisioneros de la metáfora de Platón. Talvez ya no es el fuego lo que provoca la ilusión, sino la televisión y el ideal de status social que influye del idealismo mercantilista.
Los hombres en su ignorancia están atados a las cadenas de la caverna, con el peso de las costumbres y la fuerza de los prejuicios. Han sido obligados a mantener inmóviles sus cabezas y sólo ven las sombras. ¿Acaso ésto no pasa en nuestra sociedad? Somos invadidos por un montón de información que nos incita a la competencia, a alcanzar mayor logro social y que se manifieste en consumismo y progreso, a vivir luchando con el vecino para ser el mejor. Ya no vivimos cuidándonos unos a otros sino unos de otros. Muchos sienten en el aire el poder de una mano negra actuando y manipulando para que todo siga así… quizás tengan razón, a algunos les interesa mantener las cadenas y seguir alimentando la ilusión generando un progreso sin sentido, pero ellos como titiriteros también comparten la función de las sombras en la caverna… vivimos en una cultura hedonista que pareciera creer inconcientemente en la inmortalidad, sabemos de la muerte pero nadie creen en su propia muerte, vivimos evadiéndola satisfaciendo los sentidos sin ver más allá, sólo dejándonos guiar por la ilusión de las sombras.
Nuestra sociedad debido a la ilusión, a estar atados al mundo sensible ha cometido grandes calamidades contra sí misma y se vive pensando que el mundo es un gran terreno del cual el hombre debe todo conquistar, con un afán expansivo por abarcar todo, sin entender nada, obsesionado por tener todo bajo su poder y bajo sus parámetros, como un cáncer dentro de un organismo, y el daño es evidente. Somos el animal más dañino y exterminador del planeta, pues arrasamos con todo a nuestro paso y creemos que todo está a nuestra disposición para el festín de la vida, sobreexplotando la naturaleza y sometiendo a los animales a un exterminio especista. Nos comportamos de forma ignorante y violenta al sólo ver las sombras de la caverna.
En la vida actual el mercado nos devora y el amor al dinero compite con el amor a nuestros semejantes, a nosotros mismos y los reales valores, pues se adora lo que se vende. Es increíble cómo un papel que denominamos preciado como el dinero se apodere de toda nuestra energía y trabajemos como esclavos hacia él. Esto sin duda es por estar atados a las cadenas.
La caverna de los prisioneros representa el lado oscuro, simboliza la ignorancia y el oscurantismo, es el sentido común y la opinión apoyada por nuestros prejuicios y creencias. En el tiempo de Platón, la ciencia era una herramienta para liberarse de las cadenas y conocer mejor el mundo sensible como trampolín para llegar al mundo insensible, más allá de la materia. Hoy la ciencia no logra convertirse en la gran herramienta que debe ser, en la búsqueda del mas allá, moldea sus conocimientos y guía sus estudios a través de un paradigma que alimenta y moldea para sí misma, progresando y formando sus propias herramientas. Las ciencias han caído también en la caverna. La experimentación empírica, método favorito de las ciencias, se deja guiar por lo que los sentidos perciben, las sombras, sólo un fragmento de la realidad dejando de lado el mundo insensible que sólo con el alma se puede alcanzar. Por ello es muy importante la visión del hombre que se ha liberado de las cadenas, el filósofo, respecto a la real trascendencia y efectividad de la ciencia.
Así entramos cegados por nuestro saber en el drama de la condición humana, el de las experiencias inmediatas sin llegar al saber auténtico. La ignorancia parece una enfermedad cuya curación es difícil, pero se puede sanar. El hombre puede liberarse de las cadenas, el hombre que empieza su liberación tiene que empezar por mirar las sombras, luego los reflejos, después los objetos, para después observar el cielo y el sol (ascensión dialéctica) del mundo sensible de las sombras y los objetos al mundo de las ideas, pues sólo con el alma se puede llegar al cielo y al saber absoluto.
Hombres y mujeres por igual son prisioneros en la caverna. Durante un largo tiempo la mujer ha sido doblegada por la fuerza de las costumbres menoscabada por un rol social que duerme su alma, simplificándola en cuidadora del hogar, posesión de los hombres, etc. En general desplazadas a roles de menor importancia. Las mujeres que tratan de cambiar esto generalmente optan solo por un lugar mas importante en la función, buscan mediarse del poder de la mayor forma posible, con los medios convenientes a su medida, ya sea convirtiéndose en una fantasía sexual codiciada (estereotipo peligrosamente de moda en la juventud), o una “mujer fatal” que tiene mayor privilegio, o todo se le perdona por su encanto y sensualidad. En un mundo de hegemonía masculina donde los cumplidos que satisfagan los modelos varoniles siempre será beneficiosos. Algunas mujeres mas dotadas de inteligencia, buscan el éxito del status mediante su intelectualidad alcanzado así profesiones con “bien visto” social pero siguen manteniéndose en la caverna, cegadas por los ecos y reflejos de las sombras. Evidentemente no todas las mujeres viven dormidas por las sombras, muchas ya conocen la luz del sol y están en plan de ayuda con sus hermanos prisioneros. Pero el voluminoso peso cultural de su rol, aferra las cadenas desde muy temprana edad a todo su género, asiendo más difícil así su liberación.
En el último periodo el panorama ha cambiado y la mujer ha logrado romper el molde social al cual había sido sometida por un largo tiempo. Ha emergido la fuerza femenina por todo el planeta, ganando espacios en todo ámbito social, recuperando un lugar el cual siempre la ha correspondido, de la mano junto al hombre, equilibrando, comandando la conciencia universal divina, propagando la luz y la idea del bien a toda la existencia en vibración trascendental. Platón en “La Republica” nos habla de la importancia de tratar a la mujer por igual con el hombre, educándolos de igual manera, hasta preparándola para la guerra de igual forma que a los hombres, incluso las muestra capaces de gobernar aquel estado perfeccionista de la republica de Platón.
Algunas corrientes espirituales y guías del espíritu, comentan de una gran transformación energética que sucede cada largas eras de humanidad. Que ahora esta por ocurrir, trayendo un cambio de evolución de nuestra conciencia espiritual y esta vez será el turno de la mujer guiar este gran cambio. Talvez la mujer tenga mejor suerte en guiar a la humanidad fuera de la caverna, quizás su energía materna y su poderoso don gestador de la vida, logre llegar al alma de todos sus hermanos, que podrían ser sus hijos, y los libere de la ilusión de las sombras. Si el hombre ha dominado esta larga era resaltando con fuerza el poder del cuerpo, quizás el dualismo femenino logre resaltar el lado del alma trayendo el mundo de las ideas.
La liberación de la ilusión pasa por el camino de dudar, cuestionar las cadenas y ver más allá fuera de la caverna, la luz. El hombre cuando sale, es sobrepasado por la luz, encandilado y puede que prefiera volver a la caverna, pero si logra ver en la luz ya no dudará del bien y obrará en bienaventuranza, tendrá la idea del bien, soberana productora de poder y de conocimiento que tiene quien quiera ser sabio.
El papel del hombre libre es ayudar en el camino de liberación de las cadenas a los hombres que siguen prisioneros, animarlos en el duro camino utilizando el cuestionamiento, la paradoja, para ir en contra de la opinión del sentido común. A los hombres en su ignorancia los desestabiliza, ayudándolos a tomar conciencia del papel de sus juicios, filosofar es salir del montaje de la realidad, a través de la reflexión llegar al principio de las cosas, que debe ser completado con el espíritu. Entonces el liberado debe bajar a la caverna para ayudar a sus compañeros para que dejen sus ilusiones. Le costará acostumbrarse a la oscuridad, el poder de las sombras, serán vistos por los prisioneros de forma enjuiciadora, incluso pueden llegar a actuar violentamente, por tratarse de un loco que ha sido dañado por la luz, que sus ojos nos estaban preparados para la luz. Esta historia parece repetida en la humanidad y el referente más simbólico es Jesucristo, que nos dice: “ámense los unos a los otros como yo los he amado a ustedes”. Lo trataron de apiedrar y luego crucificaron, por no estar preparados para aceptar la verdad de que todos somos uno.
El saber del filósofo será visto como subversivo por la sociedad y sus costumbres. La filosofía es una actividad de cuestionamiento y no tiene nada que ver con un saber ya elaborado es más bien una actitud crítica sobre nuestras reflexiones. Conocer, aceptar lo nuevo y asombrarse frente a eso. Reconociendo los errores el filósofo conoce sus límites y se pregunta por el mundo, obteniendo así la sensatez. La filosofía no es una elite reservada, todos como humanos podemos alcanzar la filosofía y ésto se logra manteniendo una mirada cuestionadora de la realidad, un espíritu crítico que trascienda los sentidos comunes.
En esta época para liberarse de la ignorancia hay que luchar contra el gran impedimento del hombre moderno, la pereza. Aquella inercia que nos mantiene en la función de las sombras. Nuestras cadenas de costumbres y creencias heredadas desde el nacimiento por la sociedad nos aferran a la ilusión, y nos enturbian la visión sin alcanzar la fuerza para liberarse del cautiverio. Así los hombres se mantienen ocupados en placeres pasajeros, vicios y alejados de la muerte aferrados a sus egos proyectados en futuros inexistentes donde son inmortales.
El hombre al estar liberado podrá ver el sol y mas allá de la imagen del sol sino el sol en sí mismo. Como el dador de vida creador del mundo y las estaciones, una verdad más allá de la simple imagen del sol. Cuando el hombre entiende la idea del bien, como los rayos del sol alimentan a todos los seres vivos, siempre intuirá de forma sabia el camino superior hacia la evolución de su ser, estado natural que busca el espíritu, como cáliz de la energía divina presente en cada átomo del universo. El hombre liberado podrá encontrar su verdadera identidad, que logrará siendo el receptor, mediante la conciencia, del todo absoluto infinito de la existencia.
El papel del real buscador de sensatez a través de la filosofía, es guiar a sus hermanos y en la actualidad cuestionar el papel de la ciencia y el progreso, buscando la verdad de la real ciencia como puente hacia la evolución de la humanidad. Sin dejarnos caer en la ilusión, alejándonos de los males del alma que inducen el mal del mundo. Cuestionando la cotidianidad de la sociedad, la gente puede despertar del estado de automatización que nos hace robotizar el alma con la fuerza de las costumbres. Mediante el despertar el hombre puede alcanzar su don divino de la creatividad, percibiendo desde otra dimensión la realidad, la replantea en novedad, reconstruyendo la realidad, manifestando así el poder y la trascendencia del observador en la existencia hacia la muerte. Una cultura educadora del alma guiándola al mundo de las ideas, puede ser la real fórmula para liberar a la gran cantidad de prisioneros que se encuentran en la caverna en la era moderna. Aquello puede ser el gran desafío moral de todos los que han intuido el bien por los rayos del sol.